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Libertinos - Liberales Sociale
HISTORIAS QUE PUEDEN SER
 
Deseo contar algunas historias que quizas sucedieron, o quizas puedan suceder
Vista con Título | Refiere un Amigo |
La playa 2
Publicado en:12 Deciembre 2020 3:47 am
Última actualización en:12 Abril 2022 2:09 pm
2397 vistas

Me volvió a poner a punto de explotar, yo totalmente desquiciado del placer que me provocaba con esa boca tan divina. Como ya había hecho en repetidas veces anteriores yo esperaba que hiciese algo para mantenerme aun sin correrme, pero se la metió hasta dentro, sacándosela lentamente mientras esa lengua tan activa y experta se deslizaba por el tronco de mi verga. Hasta que la punta de la cabeza se quedó atrapada solamente entre sus labios abiertos.
⦁ “Córrete en mi boca, sobre mis labios, en mi cara, lléname de tu leche” me dijo.
Y eso hice, explote salvajemente, corriéndome como si nunca lo hubiese hecho, pero es que nunca nadie me la había comido como ella.
En cada espasmo que daba mi cuerpo un torrente blanco espeso y caliente salía de mi polla, salpicándola entera la cara. El espeso liquido caia dentro de su boca, el siguiente chorro sobre su rostro, el siguiente sobre sus labios, y el otro, y el otro. Mis huevos parecían no tener fin, y seguían generando semen, que salía a borbotones disparado de mi verga, cubriéndole enteramente la cara. Y ella recibía todos y cada uno de mis chorros con la cara levantada, la boca abierta, los labios ansiosos, deseando recibir toda mi leche. Entre cada espasmo, ella se relamía, recogiendo con su lengua todo lo que pudiese y metérselo en su boca para tragárselo, y esperando mi siguiente explosión para recoger todos y cada uno de los goterones que salían expulsados violentamente de la cabeza de mi polla. Había convertido mi verga en un surtido incansable de semen.
Me había hecho acabar tan ricamente, tan violentamente, tan intensamente, que me sentía desfallecido. Se levanto, y cogiéndome de la polla me encamino hacia el mar. Nos fuimos metiendo lentamente, la templada temperatura del agua, apenas era capaz de apagar la calentura que me había provocado tan experta mujer.
Cuando el agua ya nos llegaba al pecho nos detuvimos, la atraje hacia mi, ella levanto una pierna para rodearme con ella la cintura, ofreciéndome así entrada libre a su coño. Y a pesar que había conseguido que me corriese como un loco, mi polla seguía tiesa, como queriendo mas de ella. No me podía imaginar como podría ser follar con ella, después de su maestría masturbándome.
⦁ "Como folles igual que manejas las manos y la boca, me vas a matar a polvos" le dije.
Su respuesta fue hundir la mano en el agua, sujetar mi verga, y de un rápido movimiento de sus caderas clavársela hasta el fondo de su coño. Y así, al compas de los movimientos de las olas que nos empujaban empezamos a hacer el amor. Se colgó de mi cuerpo con sus dos piernas, yo la sujetaba de su rotundo trasero, y era el vaivén de las olas lo que marcaba en ritmo de mis clavadas. Sus pechos parecían flotar sobre las olas, subían y bajan golpeándome la cara, hasta que conseguí agarra uno de sus pezones entre mis labios. Ella suspiraba y gemía, alentándome a seguir empujando, a que no parase de metérsela, a que mi boca chupase, succionase mordiese su pezón.
El agua a nuestro alrededor me daba la sensación de bullir, tal era el calor, el ardor, la pasión que desprendían nuestros cuerpos, junto con los líquidos húmedos y calientes que notaba en mi verga, mientras ella se corría una y otra vez mientras me cabalgaba.
Acabamos tumbados en la orilla, con las olas acariciando nuestros cuerpos exhaustos. Mientras seguíamos follando en el borde, las olas que rompían contra nuestros cuerpos desnudos nos cubrían con finas gotas que hacían que refrescase nuestro cansancio y conseguir aguantar la sesión de sexo desenfrenado que estábamos teniendo.
Hasta que nos sorprendieron los primeros rayos del sol, que nos pillaron acabando por corrernos simultáneamente por enésima vez esa noche tan apasionada. Después de haber pasado toda la noche follándonos, gozándonos, excitándonos, corriéndonos, acabamos exhaustos, pero plenamente satisfechos.
Desde entonces, todas las tardes-noches, después de mi habitual baño, me volvía a tumbar desnudo detrás de las mismas dunas, esperando que apareciese mi fotógrafa preferida, para volver a hacer el amor hasta altas horas de la noche.
Y volvió la luna llena, y cuando apareció entre los arbustos, viniendo hacia mi empezó a quitarse la ropa como siempre.
"No, espera, no te la quites aun, dame la cámara, me debes una sesión de fotos"
Ella se quedo sorprendida, pero dejó de desnudarse y me tendió su cámara con una sonrisa picara en los labios.
La fui guiando para que se moviese y la luz de la luna hiciese brillar cada centímetro que iba apareciendo cada vez que se movía para ir desvistiéndose.
Estaba hermosa, super sensual con la luna envolviendo sus curvas, yo me acercaba y me alejaba, jugando con el zoom para no parar de apretar el disparador. Poco a poco fue cogiendo mas confianza con la cámara y sus movimientos se volvían mas felinos, mas sugerentes mas sensuales.
⦁ " Nunca lo había hecho, nunca me había desnudado así delante de un hombre, y menos con el fotografiándome, y me ha excitado muchísimo" me comento, cuando se quedo totalmente desnuda con las piernas ligeramente separadas, las manos en su cintura, mostrando en su totalidad la rotundidad de su cuerpo. y efectivamente la había excitado como demostraban perfectamente sus pezones enhiestos, y el brillo que provocaba la luna entre sus muslos, ya que su vagina había empezado a exudar unos preciosos líquidos, que empapaban ya ligeramente su entrepierna.
⦁ " Ah, pero si recuerdas bien las fotos que me hiciste tu a escondidas, no solo fotografiaste mi cuerpo ....."
⦁ " Si, las recuerdo perfectamente, te pille masturbándote"
⦁ " Exacto, quiero hacerte las mismas fotos, que te masturbes para mi"
Y ella empezó a acariciarse los pechos mirándome, jugando con sus pezones mientras de vez en cuando desviaba su mirada hacia mi polla que estaba totalmente parada y durísima.
⦁ " Con esa enorme inspiración que me muestras entre tus piernas, no va a ser nada difícil motivarme" me dijo mientras sus dedos pellizcaban los pocos y bien cuidados vellos púbicos que tenia en su monte de venus.
Se tumbo en la arena, con las piernas flexionadas y totalmente abiertas, ofreciéndome totalmente el espectáculo de su coño. El silencio de la noche solo lo rompía el click del disparador de la cámara, que yo no dejaba de apretar.
Con su dedo corazón recorría sus labios vaginales, apretando ligeramente para que solo entrase entre ellos la yema. Mientras con su otra mano masajeaba sus senos, jugando deliciosamente con ellos, pellizcándose sus pezones, apretándose con cada vez mas fuerza los pechos según su excitación iba subiendo.
Ya se la notaba bastante húmeda, porque cuando se metió un dedo en su xixi, el sonido del chapoteo llego a mis oídos. Empezó a meterlo y sacarlo aumentando el ritmo, según su respiración iba subiendo. Que rico sonido producía ese dedo follando tan húmeda y mojada vagina.
Se llevo una teta a la boca, y apretó fuerte el pezón entre sus labios y sus dientes, y al dejar libre esa mano la bajo para abrirse bien con ella su coñito. La otra mano, con los dedos totalmente mojados de sus líquidos, fue en búsqueda de su clítoris.
Al hacer un primer plano de su clítoris se lo veía totalmente hinchado, erecto y durísimo. Sus dedos taparon mi visión, y saqué zoom con el objetivo para ver todo el espectáculo que me estaba ofreciendo. Le dio un golpecito con la uña, y pareció que el clítoris aun crecía mas, que aun se hinchaba mas. Ella gemía sin cortarse, totalmente entregada al placer que se estaba provocando, y la excitación que le producía que yo la estuviese fotografiando en ese momento tan intimo. Su cuerpo se convulsionaba cada vez mas a la vez que su excitación iba creciendo en la escala.
Sus dedos jugaban salvajemente con su clítoris, lo acariciaban, lo apretaban, lo masajeaban como si fuese una pequeña verga, arriba abajo, abajo arriba, recorriéndolo enterito, deteniéndose en la puntita para conseguir que su momento estuviese cada vez mas próximo.
Levanto ligeramente sus caderas, y con su otra mano acaricio la entrada de su ano. Hábilmente subió un poco mas su cuerpo dejándolo en suspensión, se metió un dedo en el culo, otro dentro de la vagina mientras no dejaba de masturbar su clítoris. Y exploto en ese preciso instante, soltando un chorro abundante que estando yo a medio metro empapo el objetivo de la cámara llegando a mojarme la cara a mi también. El delicioso olor de su corrida inundaba mis fosas nasales. Mi rostro estaba cubierto de sus calientes jugos.
Con el primer chorro sus piernas se relajaron, bajando su cuerpo hasta la arena. Pero con un rápido movimiento de sus muñecas, se metió aun mas el dedo en el trasero, consiguiendo que el que tenia dentro de su coño también se colara unos milímetros mas. Y sin soltar su clítoris volvió a lanzar un inmenso caudal de sus líquidos.
Jadeaba y gritaba de puro placer, llegando una y otra vez al éxtasis. Y sin parar su triple excitación, la anal, la vaginal y la del clítoris, cada vez que movía un dedo, una mano, volvía a correrse como una loca. Yo la animaba, pidiéndole mas, que no parase, que se vaciara, que deseaba que siguiese tocándose, masturbándose corriéndose para mi. Y ella seguía tocándose y corriéndose.
Tras los cinco o seis primeras corridas explosivas , las siguientes fueron perdiendo poco a poco las fuerzas, reduciendo la distancia que alcanzaban. En la undécima su caudal disminuyo sensiblemente, y su fuerza llegaba apenas para empapar sus manos. Pero siguiendo mis palabras, mis ánimos, mis ganas de mas, ella no dejaba de tocarse, eso si cada vez mas lentamente totalmente agotada de tanto placer que se había dado.
Finalmente apenas se podía mover, sus manos se movían lentamente perezosamente, pero yo aun fotografiaba los pequeños hilillos que su vagina entregaba. Eran apenas unas gotas, totalmente espesas, muy muy olorosas que se deslizaban muy despacio entre tus labios vaginales, gota a gota salían y caían pesadamente sobre la arena.
Ella estaba rendida, completamente agotada, sin fuerzas para nada. Aparte la cámara, me agache y plante un apasionado, intenso y prolongado beso sobre tu vagina.
⦁ "Gracias a sido increíble como te has venido" le dije con mi boca pegada a su xixi, hablándole directamente a su coño.

Comentar, y así iré mejorando la redacción.

gracias.
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La playa 1
Publicado en:11 Deciembre 2020 7:58 am
Última actualización en:3 Enero 2021 10:16 am
2409 vistas

En aquella época yo vivía en un chalet a las afueras de Málaga a tres minutos andando de la playa. Como no me gustaba mucho la aglomeración de gente, solía ir al atardecer a nadar, casi siempre estaba desierta la playa. Dejaba mis pertenencias medio escondidas detrás de unas pequeñas dunas.
Después de pegarme la paliza nadando, al salir ya oscureciendo me permitía el lujo de desnudarme y dejar que el tibio calor de la noche secase mi cuerpo, oculto por las dunas y la penumbra de posibles miradas.
Hay varias zonas nudistas, había ido un par de veces, pero me habían invitado gentilmente a salir por ir solo, como si fuese en plan mirón, aunque nunca fue esa mi intención, por lo que evitaba esas zonas para no tener problemas.
Después de un día duro de trabajo más el ejercicio de nadar, al quedarme tumbado desnudo, oyendo el rumor de las olas, admirando la noche, relajaba completamente cuerpo y mente.
He de confesar que alguna vez, sin estar pensando en nada concreto, todos sabemos que a veces la mente va por sus propios derroteros, y sin saber muy bien cómo me excitaba y me empalmaba, no soy muy exhibicionista pero como me sentía medio oculto me llegaba a masturbar allí mismo.
Una noche que estaba allí tumbado, oí un ruido extraño en unos arbustos que había detrás, no le preste mucha atención ya que podría ser algún animal, pero el ruido se repetía a intervalos irregulares por lo que agudicé el oído, era como si alguien o algo moviese ligeramente la vegetación como intentando atenuar los movimientos. Finalmente me atreví a hablar y preguntar quién era. Al quinto llamado me respondió una voz femenina:
- Hola, perdona, soy yo, no quería molestarte.
Yo me quedé asombrado de que alguien me contestase, ya que realmente pensaba que podría ser algún animal.
-No te preocupes, no pasa nada, no me molestas, solo pensaba que estaba solo,
Realmente yo hablaba al vacío, por que no pude identificar de donde venía esa voz.
Entonces una figura femenina se perfilo por entre los arbustos, apenas la distinguía, pero su silueta se intuía con la escasa luz que llegaba desde la lejana zona habitada. Era una mujer menuda, de baja estatura, y ligeramente entrada en carnes, por lo que sus curvas femeninas estaban bastante marcadas.
Salió de entre la vegetación y se acercó hacia donde yo estaba.
- He salido a fotografiar el mar reflejando la luna, hace una noche estupenda y suelo hacerlo cuando el cielo está claro.
- Así es, tenemos una noche estrellada y la mar esta plana, es bien hermoso el paisaje que nos está ofreciendo la madre naturaleza.
Efectivamente cuando llego hasta donde yo estaba, pude distinguir que colgada del cuello llevaba una cámara fotográfica.
- ¿Puedes enseñarme las fotos que has hecho? Le pregunté.
- Claro, claro, toma, miralas.
Cuando fui a recoger la cámara de sus manos, me di cuenta que yo seguía desnudo. Me agache rápidamente y me ate como pude la toalla a mi cintura.
- Disculpa no me di cuenta que no llevaba nada encima,
le dije cortadamente. Por suerte no podía apreciar lo ruborizado que me había puesto. Ella se rio suavemente como quitándole importancia, o como si no se hubiese percatado.
Por el visor, fui ojeando las fotografías que había tomado, la verdad que había algunas bastante buenas. Al pasar más fotos, empezaron a aparecer las que me había tomado a mí, algunas noches atrás habíamos tenido luna llena y con esa claridad se veía perfectamente mi figura desnuda sobre la arena.
Me quedé tan sorprendido y sin palabras, mientras seguía pasando más y más fotos mías, que fui incapaz de articular un sonido. Mi vista estaba fija en la pantalla mientras veía la cantidad de fotos que desde su escondite había realizado de mí.
Y mi sorpresa aumento enormemente cuando vi las siguientes, y según las veía mi mente empezó a acordarse. Concretamente la última luna llena, fue una de esas veces que me había masturbado allí en la playa, y ella tenía el acontecimiento perfectamente registrado.
Yo estaba atónito, totalmente cohibido, solo podía carrapear y tartamudear quedamente medias palabras sin sentido y desviaba mi mirada constantemente desde la cámara hacia donde intuía su rostro y viceversa.
- Esas son de las mejores fotos que te he hecho, esa noche la luz era perfecta, y tu hermoso cuerpo y tu deliciosa polla me ofrecisteis unos de los más excitantes momentos que te he fotografiado.
Me lo dijo con una voz tan suave y delicada, y ese tono sensual al hablar, que a pesar de lo cortado que estaba, mi polla se endureció de repente.
- Por casualidad te vi la primera vez hace varias semanas, y no sé porque esa primera noche te hice un par de fotografías. Y desde entonces vengo todas las noches a estas horas para poder verte. Me ponía muy cachonda las veces que te he visto masturbarte. Pero esa noche, con la luna llena, ufffff, me corrí solo mirándote a través del objetivo.
Ante semejante declaración, mi polla pegó un brinco, y el nudo mal hecho de la toalla que me cubría se deshizo, dejándome en pelotas y empalmado delante de ella.
- “Vaya, se ve mucho mejor en directo que a través de la cámara”, me dijo con tono guasón,
- “Si, deberías haberte acercado antes para comprobarlo” le conteste yo, añadiendo:
- “Creo que el momento perfecto hubiese sido la última luna llena, para que me hubieses echado una mano”.
- “Ya que estoy aquí, y tu estas como estas, te puedo echar esa mano ahora mismo” me respondió con voz sensual, mientras su mano me agarraba la polla.
Y sin mediar más palabras empezó a acariciármela, primeramente, con delicadeza, pero al comprobar lo dura que la tenía iba aumentando el ritmo y la presión mientras me masturbaba con esa mano, a la vez que me masajeaba los huevos con la otra.
Me estaba haciendo una paja en toda regla, manejaba ambas manos como una verdadera experta. Allí estaba yo de pie y disfrutando enormemente dejándola hacer con mi polla lo que ella quisiera, y madre mia que rico sabía hacerlo.
Para corresponder sus caricias, empecé a sobarle las tetas y el resto de su cuerpo. Como tenía unos kilitos de más, sus pechos eran grandes y voluminosas, sus caderas y cintura corpulentas, y su trasero grande pero firme.
Le bajé el pantaloncito que llevaba, y aprovechando que soltaba mi verga y se agachaba para chupármela, conseguí quitarle la camiseta que llevaba, dejando al aire sus senos.
- “Ahora estamos ambos desnudos” le dije.
- “No, aun no lo estamos” me contesto mientras que hábilmente se deshacía de la braga que llevaba.
- “Ahora sí, ya estamos los dos iguales, aunque tu cuerpo es más delgado y definido que el mío” acabo de decirme medio avergonzada.
- “Las prefiero con un poco de más a un poco de menos de carne” le respondí yo mientras apretaba con mis manos sus pechos.
Empezó a lamerme los huevos, pasando su lengua sin dejar un milímetro de piel sin rozar. Maliciosamente recorrió el tronco de mi polla solamente tocándolo con la puntita. Hasta que llego a la cabeza, y se la metió de golpe hasta dentro. Tenía atrapada mi polla entre sus labios, mientras notaba como su lengua intentaba moverse para darme más placer.
Yo me agarraba a su cabeza, hundiendo mis dedos en su melena, a la vez que acompasaba el movimiento de su cabeza mientras me la comía. Si con sus manos era una virtuosa con su boca y su lengua era una fuera de serie. Que rico sabia comerse las pollas, como sabía hacerlo y excitarme. Subía y bajaba el ritmo, recorría toda mi polla, manteniéndome en un punto tan elevado de excitación. Y cuando ella intuía, y no se equivocaba nunca, que si seguía con lo que me estaba haciendo iba a hacer que me corriese ya mismo, cambiaba el ritmo o cambiaba la zona que me lamia y chupaba. Quería que durase mas sin venirme, quería tenerme a punto pero que no acabase, y lo conseguía a las mil maravillas. Me tenía totalmente entregado a esa mamada, mi polla era suya le pertenecía y haría con ella lo que quisiese y cuando quisiese.

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La cita - cuarta parte
Publicado en:8 Noviembre 2020 12:23 am
Última actualización en:3 Enero 2021 10:17 am
2609 vistas

Como si ella supiese que estaba admirando su tesoro, separo más las piernas, para facilitarme la visión. La piel tersa y blanca de sus muslos resaltaba en contraste con el color negro traslucido de sus bragas, y en medio más oscuro aún estaba su coño, con esos labios que presagiaban horas de auténtica locura y placer. Brillaban ligeramente en la contraluz, porque ella estaba bastante excitada y mojada, tanto que había empezado a salirse por su deliciosa rajita.

El olor de su sexo inundaba mi rostro, el brillo de sus labios atraía poderosamente mi mirada. Deslice mis manos por sus piernas, acariciando sus medias, ascendiendo por sus prietos muslos, mis manos temblaban de la emoción, de la excitación que me provocaba su exuberante cuerpo, del deseo que había encendido su xixi ardiente.

Agarre sus suaves nalgas con ambas manos y hundí mi rostro entre sus piernas. Sentía el calor que desprendía su cuerpo a través de esas finas braguitas, y note como sus labios húmedos mojaban mi cara. Al sentirme aplastado contra su pubis, ella empujo con sus caderas para que nuestro contacto fuese mas intenso aun si fuese posible.

Fui besando sus hermosos labios vaginales, esos tan bien definidos y tan oscuritos que me habían vuelto loco nada mas verlos al comienzo de la velada. Con suaves y ligeros besitos fui delimitando todo su contorno, recorriendo de arriba a abajo la entrada de su coñito precioso. Note por primera vez el sabor de sus jugos, y me pareció un manjar de dioses, y mi polla reacciono a ese delicioso sabor poniéndose mas dura aun si cabe. Mi lengua salió disparada de mi boca, para rozar la suave piel de su pubis, y lentamente empezar a lamerle. presionando ligeramente lo justo para aplastar esos labios que esta vez estaban mojados pero por mi saliva.

Ella encorvo su espalda, para ofrecérseme mejor, y mi lengua aprovecho el movimiento para introducirse en su xixi, acariciando lentamente las paredes interiores de su vagina. Su rico sabor inundaba mi paladar, y mi lengua empezó a moverse frenéticamente dentro de ella. Entrando y saliendo, de un lado a otro, recorriéndola enterita, haciéndola gemir quedamente, ya que intentaba contener esos gemidos que yo le provocaba al follármela con mi lengua.

Yo estaba loco de deseo y mi lengua se movía ferozmente dentro de ella. Quería metérsela hasta el fondo y para ello aplastaba mi rostro aun mas contra sus caderas. Ella temblaba de placer y yo la sujetaba agarrando bien fuerte sus nalgas, clavando mis dedos en ellas para atraer todo su cuerpo contra mi cara. Ya gemía descaradamente sin intentar contenerse, y esos gemidos fuertes que yo oía me provocaban que quisiese darle mas placer.

Como disfrutaba comiéndole el xixi, dándole lengüetazos salvajes y desesperados de un lado a otro de su vagina, notando como su cavidad se iba llenando de una deliciosa mezcla de sus líquidos y mi saliva. Y estos jugos pasaban de su caliente coño a mi boca, estaba ya tan mojada que apenas podía tragarme todo lo que su xixi me daba, ahogándome de placer en sus líquidos.

Separe mi rostro de ella, mis manos agarraron la ranura de su braguita y de un fuerte tirón desgarre completamente la fina tela. Tenia delante de mi el mas excitante paisaje, su pubis totalmente rasurado, sus blancos muslos empapaditos de la conjunción de mi saliva y sus líquidos, y esos labios oscuritos ligeramente abiertos, con un ligero temblor por la excitación Veía como por entre ellos se colaba un pequeño caudal desbordando desde el interior de su xixi. Coloque mis manos en su pubis y abrí con mis dedos sus labios, descubriendo el color rosado e intenso de su vagina. Estaba completamente mojado y veía el hueco como se abría y cerraba, ya que ella estaba contrayéndolo. No podía imaginar mejor visión, su coño abierto para mi, todo el de un rosa fuerte, completamente húmedo y caliente, los labios oscuros realmente empapados y brillando, su pubis y muslos blancos como la nieve cerraban tan hermoso paisaje.

Y en medio de tanta hermosura allí estaba su clítoris, de un color rosa ligeramente mas apagado que lo hacia sobresalir de tanta belleza. No pude resistir la tentación y mi lengua se introduzco entre sus labios y fue en busca de su botoncito. Lo rodee con la puntita, hasta que le di el primer lametón, y me lo encontré tan duro e hinchado, mmmmm, haciendo que ella gritase y gimiera a viva voz. Recorrí su pequeña longitud que a mi me pareció enorme, notando lo caliente que estaba, y como al roce de mi lengua se endurecía aun mas. Lo lamia todito, golpeando de vez en cuando con mi lengua su punta, y cada vez que llegaba al final de su clítoris y cuando el lametón era mas fuerte y duro, ella gritaba de placer, agarrándome del pelo y tirando de él para poder sujetarse. Separaba sus caderas, y luego las empujaba hacia mi, para que mi boca no dejase de producirla placer.

Abrí mi boca, y atrape entre mis labios su durísimo clítoris, y empecé a succionarlo. Aumentado la presión mientras mi lengua no dejaba de acariciarlo, lametearlo, golpearlo y conseguí que se hinchase mas dentro de mi boca. Sus gemidos, sus gritos hacían que me encendiese mas y mas y no desease dejar de comérselo.

Yo estaba gozando como nunca, masturbando su clítoris con mi lengua, sintiendo como esta mujer tan sexual estaba disfrutando. Todo su cuerpo se puso en tensión, y exploto de nuevo. Corriéndose salvajemente, como un rio desbordándose Empapando completamente mi barbilla y mojando mi pecho con ese caudal inagotable que salía de su xixi. Me mojo entero con esos líquidos trasparentes, calientes y tan ricamente olorosos. Le salían a borbotones ya que yo tenia bien separaditos sus labios vaginales, cada vez que ella temblaba me rociaba con una nueva ducha, y como temblaba, madre mía.

Estuvo dos tres minutos temblando sin parar, al principio salvajemente, y así salía su chorro disparado con tanta presión Poco a poco eran menos intensos sus convulsiones, pero no dejaba de salir esos líquidos tan preciados en cada una de ellas, con menos fuerza pero igual de caudal. A los tres minutos apenas tenia fuerzas para moverse, pero aun así yo veía como después de cada ligero movimiento, del interior de su vagina, salía un pequeño reguero, que iba goteando poco a poco, y que mi lengua se afanaba en recoger para introducir en mi boca.

......................................
esta quedando bastante larguito el relato, jajajajaja

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La cita tercera parte
Publicado en:7 Noviembre 2020 12:00 pm
Última actualización en:3 Enero 2021 10:17 am
2450 vistas

Había leído en mi mirada, todos esos sentimientos abrasadores que me despertaba en mí. Ella abrió ligeramente sus labios invitándome a besarla mientras cerraba sus hermosos ojos oscuros.
Acerque mi rostro al de ella, respirando profundamente, moviendo con mi respiración los mechones de su pelo azabache, que ocultaban ligeramente su hermoso rostro. Sintió mi aliento y entreabrió aún más sus sensuales labios. Toqué ligeramente con la punta de mi nariz su carnoso labio superior, y aspiré hondamente su aliento. Giré mi cabeza y la olí en el cuello. Seguí moviéndome y aspiré su clavícula. Ella no se esperaba eso, pero lanzo un pequeño gemido de sorpresa y placer.
No la tocaba para nada, pero mi respiración fuerte, jadeante, ansiosa le iba anticipando mi recorrido olfativo. Llegue hasta el canalillo de sus senos, ohhhh que rico olía. Notaba como sus pechos subían y bajaban por la excitación que iba provocándola. Aspire cuatro, cinco veces su escote, como me excitaba, que delicioso aroma desprendía, a mujer, a deseo, a necesidad, a ganas de gozar y hacer gozar, era pura sexualidad.
Llegue hasta sus pezones, que por debajo del bustier se le marcaban totalmente duros. Tanto apretaban la tela que hasta se perfilaban sus enormes aureolas, dignas de unos pechos tan hermosos y acorde al tamaño de sus dos pezones grandes y gruesos. Entre las transparencias se intuían bastante oscuros, más oscuros aún que cuando había entrevisto anteriormente el color de sus labios vaginales. Que hermoso contraste producían sobre la piel tan blanca de sus ricos pechos. No pude resistirme y mi lengua salió disparada hacia la punta de su pezón, dándole un lametón rápido y fuerte, que tuvo su respuesta inmediata en su cuerpo, ella gimiendo de placer, y alzando su busto por la sorpresa. Repetí el lametón en el otro pezón, con idéntica respuesta por parte de su cuerpo, aunque esta vez el gemido fue más fuerte y más duradero.
Seguía bajando, recorriendo con mi olfato, ese cuerpo de infarto que tenía ante mí. Note como jadeaba más rápido, casi podía oír su corazón palpitando fuertemente. Intentaba mantenerse firme, pero se retorcía ligeramente como una gatita ronroneando, o como la tigresa que estaba hecha. Gemía suavemente, entrecortadamente, alargando alguno que otro, era su forma de darme a entender que le gustaba lo que le estaba haciendo, que estaba teniendo el efecto de subir su temperatura y elevarle las ganas.
Llegué a su ombligo, metiendo mi nariz en él y hundí mi rostro contra su tripita. Mmmmmm. Respire su delicioso aroma una vez más, que rico olor inundaba mis fosas nasales. Y mi cara notaba el vaivén de su panza provocado por su agitada respiración.
Yo quería más, ardía de deseo por esta mujer. Y en mi placentero descenso por sus curvas me acercaba cada vez más al pozo de placer que me esperaba entre sus piernas.
Roce con mi nariz la gomita de su braguita negra y traslucida. Y reaccionó poniéndose de puntillas, adelantando sus caderas, como ofreciéndome su tesoro escondido. Ahhhhhh, suspire larga y profundamente, haciendo que mi aliento se metiese por la ranura de las bragas, dándole de lleno en su xixi. Sus labios vaginales temblaron ligeramente de placer, elevo y adelanto aún más las caderas por un instante y se dejó caer, manteniendo a duras penas la verticalidad.
Allí estaba, a menos de un palmo de mi cara, asomando por la ranura de esa braguita. Tenía ante mí su tesoro más oculto, pero a la vez el más delicioso que podría imaginarme. No podía acercarme aun a él, quería deleitarme mirándolo, siguiendo la línea que marcaban sus perfilados labios vaginales, no eran ni finos ni gruesos, para mi eran perfectos, y asi se lo hice saber. Al oir mi voz hablando sobre su xixi, ella gimió largamente. Recree mi vista paseándola por todo su pubis, entreviéndolo totalmente rasurado a través de la tela de su braguita, pero irremediablemente mis ojos acababan siempre en la ranura de la tela, más concretamente en lo que asomaba por ella, esos labios que prometían un largo, inmenso y prolongado placer.

……….

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La cita segunda parte
Publicado en:6 Noviembre 2020 12:50 pm
Última actualización en:21 Deciembre 2020 12:14 pm
2702 vistas

Me dejo sin respiración, quieto como una estatua. Solo era capaz de mirarla, y lo que veía me atrapaba, esos ojos brillando morbosamente, esa sonrisa pícara que me ofrecía. Haber sentido su cálido y sensual aliento en mi oreja, su respiración lenta y pausada golpeando mi cuello, el aroma de su perfume inundando mis fosas nasales, el calor que irradiaba su cuerpo junto al mio, todo eso me había embotado mis sentidos. No veía nada a mi alrededor, no sentía la música del bar, solo estaba ella.
Guiñándome un ojo, y sonriendo como solo ella sabía hacer se volvió a subir a la banqueta, haciendo que su falda se subiese muchísimo más que anteriormente, dejando al descubierto más de tres cuartos de esos muslazos que tenía. Yo no podía resistir desviar mi vista hacia sus piernas, y ella jugaba a separar ligeramente sus muslos cada vez que notaba que yo miraba hacia abajo. Y cada vez que las separadas esa falda subía un poquito más y a mí me encendía un poquito más.
Visto su juego, yo ya miraba hacia abajo sin ningún disimulo reteniendo bastante la mirada, deleitándome con cada nuevo milímetro de sus hermosas piernas que iba quedando al descubierto con sus muy bien estudiados movimientos. Era una provocadora y sabía muy bien hacerlo.
Puse mis manos en sus rodillas y cada vez que ella las abría ligeramente para hacer que su falda subiese, yo la ayudaba abriéndolas un poquito más de lo que ella quería. Y así iba deslizándose lentamente pero deliciosamente la falda hacia arriba y yo iba gozando de tan hermoso espectáculo como era la piel de sus muslos.
Llego el momento que vislumbre sus ingles, ella lo debió de notar por el fuego que empezó a salir de mi mirada, o porque me quede sin respirar unos instantes, e intento cerrar de nuevo sus piernas, pero la retuve, forzando con mis manos a que siguiese abierta. Estaba depilada enterita, y tenía unos labios vaginales muy bien perfilados, de un tono ligeramente más oscuro que el resto de su pubis. Qué maravillosa visión me había permitido observar, que deseo más inmenso me invadió de poder acariciarlo, de poder besarlo, de poder lamerlo, de poder comérmelo.
Ella seguía apretando sus muslos para intentar cerrarlos, y yo con cierta reticencia la deje hacerlo. En un gesto de fingida timidez ella se arregló la falda bajándola hasta casi las rodillas. Pero sus ojos, su boca, su respiración, y su cuerpo decían otra cosa. Quería más y quería que yo se lo diese.
Me coloque enfrente de ella, y mis manos se introdujeron bajo la tela de su falda, y empezamos el juego de yo intentar separarle las piernas y ella de oponer resistencia. Cada vez que conseguía que se abriesen un poquito dejábamos de forcejear y yo avanzaba ligeramente hacia ella. Nos gustaba ese juego, se podía notar en nuestras miradas, en cómo se alteraba un poco nuestra respiración en cada pequeño forcejeo. Yo disfrutaba de su oposición y ella gozaba resistiéndose a mí, aunque cada pequeña victoria que me concedía, sus ojos se estrechaban ligeramente, mostrándome como su excitación crecía lentamente en su interior.
Y lentamente, en esta excitante pelea, iba subiendo poquito a poco mis manos por sus muslos, acercando de igual manera mi cuerpo al suyo.
Hasta que mis dedos pulgares llegaron hasta sus ingles, esa zona de piel tan suave que une el muslo con el pubis. Ella se quedó quieta al sentir mi contacto allí, no intento cerrar sus piernas. Y yo deslice ambos pulgares de arriba abajo acariciando suavemente esa tersa piel, el punto de partida del camino hacia su tesoro. Que delicioso sentí en las yemas de mis dedos, esa piel tan tersa y suave, además sentía el calor que desprendía su cuerpo, ya que estábamos completamente pegados, pero aun sentía más calor en mis manos, el calor intenso que desprendía su sexo.
Estábamos en un lugar público, en el bar, y aunque nos excitaba muchísimo la situación de que alguien nos pudiese ver jugar, que alguien pudiese oír bajo el sonido de la música nuestros ligeros jadeos, no queríamos acabar allí, ni tampoco deseábamos dejar de explorar nuestros cuerpos. Así que pagamos la cuenta y salimos para coger mi moto e irnos a su casa.
Cuando se subió de paquete, su falda se deslizo hasta bien arriba dejando al descubierto la totalidad de sus muslos. Yo le apreté una pierna diciéndole que se sujetase fuerte, ella con una sonrisa debajo de la visera del casco me contesto que no me preocupase, y se coló bien moviendo el trasero hacia atrás, y riéndose pícaramente dirigió su vista hacia el sillín, y siguiendo su vista vi como había empapado de sus líquidos el cuero del asiento, entonces recordé que yo tenía sus braguitas azules en el bolsillo de mi pantalón, esas que ella misma se había quitado y me había entregado a mí.
Se revolvió encima de la moto y se sujetó a mí, agarrándome el paquete, tenía donde agarrarse ya que yo iba totalmente empalmado de todo lo que había pasado dentro del bar, y de ver el resultado de ello allí mismo, brillando sobre el cuero del asiento.
Llegamos en pocos minutos ya que vivía bastante cerca, y yo iba tan encendido que retorcí el acelerado de mi moto, imaginando que retorcía los pezones que había intuido erectos debajo de su blusa.
En el ascensor pegó su trasero contra mi cuerpo, mientras mis manos recorrían el costado de su exuberante cuerpo. Ella me rechazaba diciéndome que había cámaras de seguridad en el ascensor y que no quería dejarle un bonito espectáculo al de seguridad, pero cada vez que me rechazaba y apartaba mis manos de sus curvas, se removía y restregaba contra mi cuerpo. Era mala, sabia como provocar y encender a un hombre, y a mí me tenía a mil por hora.
Me agarró del cinturón, me sacó del ascensor y me arrastró hasta su apartamento.
Me pidió que preparase un par de copas, mientras ella iba a arreglarse el pelo, que el casco y el aire había despeinado su ya de por si rebelde melena morena.
Llené un par de copas de vino, encendí el equipo de música, pero he de reconocer que no se música sonaba, ya que mi mente estaba totalmente abstraída rememorando todos los sucesos de esa noche.
Recordaba su sexy caminar hacia el baño, como su pelazo se bamboleaba siguiendo el ritmo de esas caderas que quitan el sentido. Como quitarse de la cabeza el momento que abrí mis dedos y vi entre mis manos su braguita cálida y ligeramente húmeda. Ufffff cuando vi por primera vez los secretos de su tesoro, toda depilada, esos labios oscuros y tan bien delimitados. Y mi polla reventaba de presión, rememorando cuando jugando toque su sexo, ese calor que desprendía bajo mis caricias.
En ese momento me llamó, me gire desprevenido y la ví. Recortada contra el marco de la puerta, con la luz detrás delimitando su sensual figura a contraluz. Se había puesto un bustier de encaje floral y tul negro. Medias negras en sus sensuales muslos. Y unas braguitas negras translucidas, que con el contraluz que había, dejaban ver que, ohhh maravillosa visión, dejaban ver que tenía una ranura que permitía que sus labios vaginales quedasen totalmente al descubierto. Estaba mirando a una diosa hecha carne, sexy, exuberante, provocadora, golosa, cachonda, y estaba allí al alcance de mi mano.
Me acerque a ella, recorriéndola con mi vista de arriba abajo, para finalmente clavar mis ojos lujuriosos en su hermoso rostro, concentrándome en su mirada, para que ella se hundiese en mis ojos y sintiese con total convicción que ella era mía y que había despertado en mí una pasión como ninguna otra, que ella era la única mujer en el mundo que me atraía, que me excitaba, que me encendía, que provoca con su sola presencia mis instintos más ardientes.

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La cita
Publicado en:6 Noviembre 2020 3:09 am
Última actualización en:12 Abril 2022 2:12 pm
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Nos conocíamos desde haci­a algunos años, habíamos tenido una relación bastante cordial, nada especial, pero nos caíamos bien.

Pero perdimos el contacto por un tiempo, y un buen día volvimos a coincidir y retomar el contacto que habíamos tenido.

Quedamos un día, para tomar una copa y seguir conociéndonos.

El bar no estaba muy lleno, aun así, todos los asientos estaban ocupados, pero encontramos un hueco en una esquina de la barra. La música estaba demasiado alta, por lo que para poder hablar teníamos que acercarnos el uno al otro.

La conversación era amena y divertida, nos contábamos de nosotros de cómo nos había ido, alguna que otra anécdota y diversas tonterías más.

Por suerte se quedó libre una banqueta y yo gentilmente se la cedi a ella. Al subirse a ella su falda resbaló hacia arriba, dejando a la vista una pequeña parte de sus muslos.

Seguimos conversando y cada vez que uno hablaba se acercaba al otro, provocando el roce inconsciente de sus muslos desnudos contra mi cadera, o contra mi entrepierna. Yo sí que los notaba, pero no le di mayor importancia, ya que ella aparentaba que no los notase de tan casuales que eran.

En un momento dado, una gota de condensación de mi vaso, cayó sobre su pierna, quedándose brillando sobre la hermosa piel de su muslo. Pose mi mano en su pierna para limpiarla y he de reconocer que tarde más de lo necesario en retirarla. La miré a los ojos mientras mi mano se entretenía sobre su muslo, y en vez de ver molestia, detecte un brillo en ellos, y sus hermosos labios se tornaban en una ligera sonrisa que decían mucho.

Seguimos charlando animadamente, aunque yo de vez en cuando dejaba descansar casualmente mi mano sobre sus muslos, a ella parecía no importarle, es más cuando ella se acercaba a mí, apretaba su pierna contra mi entrepierna, dejándola allí unos segundos más de que el resto de su cuerpo se retirase para acomodarse bien.

Eso me dio pie a pedirle una cosa, acercándome muchísimo a su oído, para susurrarle suavemente: "œquiero que te quites las bragas y me las des".

Ella se giró muy despacio hacia mí, sus ojos brillaban y tenía una preciosa sonrisa dibujada en su boca. Y sin decirme nada se levantó de la banqueta y se fue muy despacio. Yo la seguí con mi vista, pensando que iba a ser la última vez que la viese, intenté aprenderme cada curva de su sensual cuerpo, el movimiento de sus caderas al andar, el ondular de su salvaje melena negra. La había perdido.

Volvió a los pocos minutos, se había ido al baño. Yo recupere la esperanza al ver que no le había molestado tanto mi comentario. Al llegar a mí, me tendió la mano, yo mire esa mano y la mire a ella extrañado, y me devolvió la misma enigmática sonrisa. Al tomar su mano, noté que depositaba algo en la mía, y al abrir ligeramente los dedos, descubrí que me había entregado sus bragas. Eran unas pequeñas bragas azules, finas con unos encajes de pedrería diminutos. Yo sentía en la palma de mi mano la suavidad de aquella tela, y curiosamente noté como aun retenía un poco del calor de su cuerpo.

Discretamente las revolví entre mis dedos, mirando embelesado esa prenda tan íntima que me había entregado, jugando con ella entre mis yemas, y observé una pequeña mancha húmeda sobre la tela, recolocando sutilmente la braguita, vi que esa manchita estaba justo donde debía estar su coño. Estaba yo tan concentrado en esa mancha, cuando sentí su cálido aliento en mi oído, con todo su cuerpo bien pegado a mí, y me dijo, "esa mancha, la has provocado tú, cuando me has ordenado que me las quitase y te las diese, mi xixi se ha mojado inmediatamente"
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